Voy a comenzar con la cita. «Educar sin saber cómo funciona el cerebro es como querer diseñar un guante sin haber visto nunca una mano» (Hart, 1983).

Y si, es algo del 83, y sabes que tiene sentido en pleno 2024.
Escribir no es lo mío, sin embargo, lo hago. ¿Por qué? Entreno mi mente con un, si puedo escribir y de practica en práctica se logra ser un escritor.

Es por ello que convertir el aula en un espacio de afectividad y efectividad, requiere que como docentes  busquemos conocer el cerebro, no al punto de ser neurólogos, pero si al punto de conocer que las emociones determinan en gran medida el rendimiento y buen funcionamiento de muchas redes neuronales.

Me atrevo a decir en mis experiencias dentro de las aulas, que mientras más conozcas sobre cómo funciona la mente de tus estudiantes y la tuya propia, serás más exitoso como profesor, tanto en términos de satisfacción personal como en resultados académicos que van  a generar en tus estudiantes esa motivación necesaria para decirles a sus mentes, “aprender me gusta”.

Los invito  a crear un ambiente emocional de verdadera conexión con sus estudiantes, busca abrir la mente de cada persona que aprende o sigue una tutoría de tuya. Permite que descubran dentro de sí mismos la importancia de aprender y, sobre todo, de sentir y de apasionarse por la vida.

Haz el ejercicio.
Si le preguntaras a tus estudiantes actuales que te dijeran en una palabra qué huella estás dejando en ellos, ¿qué crees que te responderían?

Gracias por leer.